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Claro de Luna

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| Iori (Destello Púrpura) |

Por: Toillet Damiran

Todos los derechos reservado © 2001. Prohibida su publicación si permiso del autor. No sean mediocres: NO COPIEN.

En lo profundo del jardín se escuchan los gritos desesperados de un pobre niño que es castigado injustamente por sus tutores quienes son protegidos por la sombra que proyecta un frondoso árbol. La belleza de sus azucenas flores que caen al arroyo contrastan con el acto de injusta crueldad propinada al niño como si de un esclavo se tratase.

El infame pariente le propina un golpe en la cara con la mano cerrada al infante.

Los monstruos se alejaron pesadamente, dejando al inocente a merced de los elementos.

A lo lejos, más allá de la cerca del sembrado, se puede divisar un claro de luna.

En ese claro una batalla se llevaba a cabo, como sí de una película muda se tratase, el niño vio los movimientos de los guerreros. La pelea termina abruptamente cuando uno de ellos le saco el ojo derecho con un solo golpe al otro, nublando la visión, a lo cual el atacante aprovechó para ejecutar una extraña técnica que parecía una tornado que estrelló a su adversario contra un árbol, dejando totalmente fuera de combate.

El niño quedo atónito y estupefacto.

El sol saluda a los animales de la tierra con cariño, ese día parece que no lloverá. El único que no puede aprovechar el sol es la pobre criatura que carga pesados sacos de arroz para guardarlos en el granero, es época de cosecha.

- Yo me llamo Goenitz, creo que me quedare por aquí algunos días hasta que se calmen las cosas. Yo te puedo prestar mi espada para que te defiendas de los que te acosan cada día.

En la casa del pequeño los hermano discuten que hacer con él.

El día para Chris transcurre entre acarrear sacos de un lado para otro.

Al din de la tarde una fina llovisna cae, mientras Chris descansa en la puerta del granero. Las palabras de aquel extraño retumban es su mente.

Un grito proveniente de la casa saca de sus cavilaciones a Chris.

El niño inocentemente va hace lo que le ordenaron.

Todos los desalmados ríen, congraciados por la injusticia que van a cometer.

En eso llega Chris.

Chris siente como sus ojos tratan de esconderse detrás de sus cónica. Sin estar seguro de que vivirá, suelta los dos baldes con agua mientras corre con frenesí hacia el granero.

Sus compañeros durante su viaje al granero: son pesadas gotas de agua que le golpean la cara con ira y la voz de aquel extraño: "Solo los más fuertes sobreviven"..."El mundo es de los fuertes. Sí tú eres fuerte serás justo y sí débil injusto, impone la justicia, sobrevive".

La tormenta arreciaba enfurecida, gritando y llorando por la suerte del pequeño.

El brillo de la espada lo delató.

La hermana mayor se introduzco al pequeño espacio que había debajo del granero, allí estaba Chris.

Un relámpago gritó. Un montón de sangre broto de la tierra.

El cielo volvió a gritar, iluminando todo. Chris apareció su espada lloraba lagrimas rojas y pedía más alimento. Una vez más el cielo gritó, pero esta vez lloró con más fuerza, había perdido a más hijos en un solo momento que en varias semanas.

Chris sonrió inocentemente, haciendo una mueca de felicidad que no se le borraría hasta el fin de sus días.